Mari, estarás conmigo en que llega un momento en la vida en el que te cansas de conducir tus relaciones de la manera “correcta”, metiendo primera, acelerando para cambiar a segunda y así sucesivamente hasta llegar a quinta y pegarte, con perdón, el hostiazo… Por muy cautelosa y prudente que seas, a veces ni el airbag amortigua el golpe. Y es que cuando el corazón ha pasado por tantos percances y está ya tan lleno de arañazos, cortes y rasguños, se vuelve inevitable que cada vez guardes más la distancia de seguridad y decidas poner el piloto automático en tus relaciones.
Y con poner el piloto automático me refiero a decantarte en tus conquistas únicamente por chulazos que te resulten atractivos sexualmente, de esos que te lo dicen todo con una mirada y de los que no hay necesidad de conocer su nombre. Vamos, que lo único en lo que te fijas es en la carrocería. Qué más da que el motor esté gripado o que pierda líquido de frenos si total tú sólo vas a darte un paseíto de nada con él. Porque Mari, repite conmigo: “intimar sentimentalmente hablando está sobrevalorado”. Además, para eso ya tienes a tus amigos. Y es que cuando desnudarse emocionalmente es lo difícil, lo fácil es bajarse las bragas.
Pero reconócelo en ocasiones dejas de encontrarle sentido a estar pendiente constantemente del freno de mano e incluso llegas a envidiar a tus amigos más kamikazes, esos que por más accidentes que tengan, se levantan, se sacuden los cristales y vuelta a empezar, viviendo cada relación de una manera intensa pisando siempre el acelerador a fondo por muy cerradas que sean las curvas.
Mientras que tú sigues ahí, pasando de un coche a otro, sin fijarte ni un momento en los acabados, sin preocuparte por sus prestaciones o su equipamiento, sin detenerte en mirar su cuentakilómetros… Pero, créeme, llegará un momento en el que la carrocería será lo de menos y lo de más será que puedas ser totalmente tú al volante. Así que la próxima vez moléstate en abrir el capó y hacer una puesta a punto, porque Mari quien diga que nunca echa de menos la adrenalina de la velocidad, miente.