Su primera Navidad

Sin duda ha superado mis expectativas. Ha sido una Navidad diferente e inolvidable. Mucha magia.
Aunque estoy deseando contaros todo, quiero comenzar pidiendo disculpas por mi ausencia. Hace ya algunas semanas que no publicaba ningún post y es que con el lanzamiento de la tienda online, las fiestas, BabyMia, el trabajo… he estado algo liada y desorganizada. Lleva su tiempo adaptar tus horarios a los cambios de la peque, a los clientes nuevos que llegan, la gestión de una tienda online que no es moco de pavo… pero parece que como un propósito de año nuevo que sí que se cumple, aquí estoy de nuevo, cogiéndole el ritmo a todo otra vez.
Las vacaciones de Navidad las ansiaba desde casi el año pasado, cuando aún estaba embarazada. Son unas fechas en las que disfruto mucho. Me gustan. Son fechas en las que uno se reúne con la familia, se come mucho y muy bien, y se respira ilusión. Y la ilusión es el motor que mueve mi vida. Tanto es así que lo llevo grabado a tinta en mi cuerpo. Es uno de los legados que me dejó mi padre, quizá lo que más recuerdo de él y lo más valioso que tengo suyo. Y es algo que he querido transmitirle a Mia desde pequeña. Todo puede ser sorprendente, alucinante… pues a todo ese entusiasmo se sumaba que eran las primeras Navidades de BabyMia.
En la víspera de las fiestas nos fuimos a Sevilla, donde está toda nuestra familia. Nos esperaban días de reuniones con los nuestros, de achuchones y, por qué no decirlo también, de descansar de la monotonía de Madrid, del trabajo y de estar solos con La niña, que por muy buena que sea y mucho que la queremos, es agotador…
Además tuve que volver sola a Madrid para trabajar entre Navidad y Fin de Año, cosa que me tomé como un kit Kat de madre. Era la primera vez que me separaba de mi pequeña y tenía sentimientos encontrados. Obviamente eché mucho de menos a mi bebé y a Antonio, pero no voy a negar que disfrute de esos días sola. Un tiempo de relax, desconectar de todo y conectar conmigo misma, pensar, escucharme… a pesar de que alguno o alguna pueda tacharme de «malamadre», creo que todos, padres y madres, nos merecemos de vez en cuando un tiempo con nosotros mismos a solas.
A parte de este lapso en soledad, el resto del tiempo lo aprovechamos al máximo en familia. Un día fuimos al centro para enseñarle a Mia las luces, el mercadillo navideño, el ambiente… ¡Alucinó! Iba todo el rato con la boca abierta, literalmente.
También alucinó con la cabalgata de Los Reyes Magos y aunque aún es muy pequeña, era una pasada verla abrir regalos y poner cara de sorpresa con los ojos muy abiertos cuando veía lo que escondía el papel de envolver…

 

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Ha sido complicado gestionar con la familia el tema de los regalos. No queremos que Mia, cada vez que vayamos a Sevilla, acabe cubierta de regalos, en la mayoría de los casos juguetes que ignora a los 5 minutos. Nos gusta la idea de la regla de los 4 regalos: algo que sirva para llevar, tipo ropa, complementos…, algo para leer, algo que necesite y algo que desee realmente.
Pero en familias grandes y siendo la pequeña ahora, es imposible muuuuuy difícil. Hemos pedido a todos que nos consultasen. Además de libros (unos para leer cuando sea algo más mayor, otros para el baño…), y ropa (que nunca viene mal) seleccionamos una serie de «juguetes» siempre buscando que fueran didácticos, que desarrollasen sus inteligencias de un modo u otro: juego de cubos apilables, puzzles,… Y fue lo que pedimos que le regalasen (si querían regalarle algo).
Es cierto que algunas personas han hecho lo que les ha dado la gana, en ocasiones faltándonos al respeto (en mi opinión) e ignorando una decisión que habíamos tomado como padres con respecto a la educación de nuestra hija.
Porque la gente, además de que le encanta darte consejos que en la mayoría de los casos no has pedido, también suelen demostrar que la decisión que tu has tomado no es correcta haciendo lo que creen que sí es correcto (por encima de todo y pese a quien pese).
Pero bueno, el balance en general ha sido muy positivo. Hemos disfrutado muchísimo.
En este último mes Mia se ha soltado a andar y ya no hay quien la pare. Es un lorito que repite todo: gestos, expresiones y hasta sonidos. Parece que repite palabras y da hasta miedo.. Incluso ha sido ella misma la que ha decidido dejar la lactancia materna. Aunque eso ya os lo contaré más adelante. Se hace mayor…

 

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