¡Vaya con la curva -montaña rusa- del azúcar!

Más o menos a mediados del embarazo me tocó hacerme la prueba de la glucosa o curva del azúcar. Quizá sea la prueba más desagradable que he pasado durante el embarazo (hasta el momento). La ginecóloga te la pide sobre la semana 24 (a los 6 meses de embarazo) y sirve para saber si has desarrollado algún tipo de diabetes durante el embarazo, lo cual sin duda es una faena y a veces incluso se queda «pa’ti a’siempre» y eso no mola nada…

 

Después de una dieta durante 3 días a base de hidratos de carbono (¡Con lo que me gusta a mi la pasta!), leche y frutas en cantidades industriales, me tocó sufrir un ayuno de 13 horas. La cita para la prueba era muy temprano, a eso de las 7:30h. Y entre que no podía tomarme ni un triste café, que me iban a pinchar varias veces y que llegamos un poco tarde con la consiguiente bronca de la enfermera… ¡Estaba siendo un sueño para mí! 😒

Al llegar lo primero que hicieron fue explicarme en qué consistía la prueba y me sacaron la primera muestra de sangre (pinchazo nº1). De los tropecientos tubos que me sacaron, tendrían por un lado para hacerme las analíticas que me tocaban del segundo trimestre y una muestra de mi sangre sin azúcar (sin azúcar, ni café, ni agua, ni ná… ¡después de 13 horas de ayuno solo había saliva!)… Y entonces me dieron para beber un líquido amarillo que al menos estaba fresquito, y que sabía a algo parecido a Frenadol. Recordemos que el que tuvo la poca vergüenza de decir que el Frenadol sabe a naranja, no había probado una naranja en su vida. Pero bueno, se dejaba beber más o menos. En la garganta sentí de repente mucha sequedad. Como cuando comes jamón del bueno y tienes que carraspear… pero no era por eso, era debido a la gran cantidad de glucosa que contenía el líquido.

Vale, hasta aquí todo bien. Ahora me tocaba esperar una hora sentada en una sala de espera pequeñita hasta la siguiente extracción de sangre. La santa paciencia de mi chico me acompañó todo este tiempo para hacerlo algo más ameno. Junto a mí había otra embarazada acompañada de su madre que había comenzado el proceso un poco antes que yo y de repente se puso blanca, se mareó muchísimo y casi vomita en una papelera… Yo pensaba: «¡qué exageración, pero si no es para tanto!… Espera guapi, que ahora te toca a ti». Casi una hora después de beberme el líquido, se me descompuso el cuerpo. Me puse amarilla-blanca-azul, empecé a sentirme muy mareada y a tener muchas náuseas. Si hablaba o me movía vomitaba seguro y eso significaba volver a empezar con la prueba desde el principio. ¡¡Así que tenía que retenerlo en mi interior como fuera!! Fueron a penas 5 minutos pero a mí me parecieron una eternidad. Piernas en alto, bien de aire abanicado en la cara y concentración máxima. Al fin pasó y lo mejor es que no volvió. Después de la primera hora de espera, me sacaron sangre de nuevo (pinchazo nº2) y tuve que esperar una hora más para la tercera y última extracción (pinchazo nº3). Luego, mientras analizaban la sangre y sacaban los resultados nos mandaron a desayunar y lo hicimos en condiciones. ¡Como dos señores! Bien de tostadas, café (el mío descafeinado, por supuesto) y un buen bollo. Sí, a pesar del chute de glucosa que me había metido entre pecho y espalda, todavía me quedaban ganas de tomar más dulce…
La buena noticia fue que salieron resultados normales así que no tenía que seguir ningún tipo de dieta ni rutina para diabéticos. ¡Menos mal! porque os recuerdo lo mal que lo paso con el tema de los pinchazos… Me fui contenta a pesar de haber pasado toda la mañana allí con dos pinchazos en un brazo y uno en el otro…

 

Me comentaron que un buen truco para no pasarlo tan mal durante la prueba o al beberse el líquido, que también sé de muchas que lo han sufrido, es llevar unas rodajitas de limón y chuparlas. Es lo único que puedes tomar porque no te dejan ni agua…
Sin duda el resultado de la prueba fue un alivio, porque las diabetes gestacionales son una pesadilla y agradezco mucho no haber tenido que pasar por eso. Además existen varios tipos de pruebas. Una que llaman «la corta» en la que solo te sacan sangre al llegar en ayunas, te tomas la glucosa y a la hora te vuelven a sacar sangre. Yo tuve la «suerte» de hacerme la «extended versión» que llaman «la larga», en la que te sacan sangre dos veces tras tomar la glucosa. Aunque es verdad que si en la corta ven algo raro, tienes que repetir la prueba larga… Por lo que hay que volver a tomar ese líquido infernal y volver a sufrir ese subidón de azúcar en el body.

El resto del embarazo es verdad que no me he privado de comer lo que me ha apetecido, tanto de salados como dulces. Pero siempre con un poco de cuidado para no engordar demasiado.

 

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