Sabrina Amrani presenta “Reforma”, la segunda exposición individual en la galería, del artista panameño Jhafis Quintero en la que el artista muestra un conjunto de nuevas obras en instalación y video, y que ponen de manifiesto su experiencia a lo largo de diez años en una carcel en Costa Rica. Es durante este confinamiento que Quintero se convierte por primera vez tanto en artista como en sujeto creativo. Mientras que “Cambalache”, su primera exposición en la galería (2014) se articuló en torno a las diferentes estructuras del lenguaje, y la dimensión poética del escape y la redención a través de gestos de libertad – a veces a riesgo de hacerse daño-, en la nueva obra de «Reforma«, hay un lugar para la instrospección, no a la manera del monólogo sino en la búsqueda de cuerpos políticos. Se trata aquí de una esfera de la apariencia verdadera en la que el sujeto, la realidad y la forma tienen su punto de encuentro. En el anonimato del encarcelamiento, ¿Cómo reconocen los sujetos la igualdad y la alteridad, y dónde comienza un mundo compartido?
«Reforma«, la cárcel de máxima seguridad en Costa Rica, lamentablemente célebre por sus motines y violaciones de derechos humanos, así como recientemente, y no sin ironía, una reforma procesal financiada por el gobierno de los Estados Unidos, es para el artista no solamente el lugar de una memoria específica del pasado, y una topografía invasiva de la resistencia, sino también una vasta metáfora de lo bio-político: cuando los poderes del Estado se extienden desde el poder legislativo hasta el absoluto control físico y político del cuerpo, los sujetos prisioneros son formados y reformados a través de instrumentos de poder tecnológico más allá del castigo. Por su parte, estos sujetos y sus cuerpos transforman y reforman el medio carcelario en una gramática de transgresión donde el día a día se convierte en algo alquímico, sobrenatural, e incluso milagroso. Cuando la totalidad de la existencia se reduce y confina meramente al cuerpo fisiológico, a la pura biología, ¿cómo poner en escena un momento de liberación?
Un postulado central del trabajo de Maurice Merleau-Ponty se materiali- za aquí en la carne: «El cuerpo es nuestro medio general para tener un mundo». Y este es el caso en la obra audiovisual «Spiders» (Arañas), 2015, donde el cuerpo prisionero rompe con la arquitectura institucional de confinamiento a través de grietas en el hormigón, y alcanza al otro, en un último intento por salvaguardar su humanidad. Esta obra nos transporta inmediatamente al cortometraje ‘Un Chant d’Amour’ (1950) del novelista Jean Genet, en la que un prisionero y el guardián de su prisión representan fantasías sexuales a través de los agujeros de la reja de la celda, desdibujando así los conceptos de dentro y fuera, y reconfigurandose temporalmente a sí mismos.
Como único significante y medio, el cuerpo se eleva a la condición de lo sensorial y lo sensual, poniendo a la metafísica de pies para arriba: el alma no es prisionera del cuerpo, sino que se libera única y exclusi- vamente a través del cuerpo.
Como pieza central de la exposición encontramos la instalación dividi- da en seis partes ‘Prótesis’ (Prosthesis, 2015), que transforma el espa- cio de la galería en el pasillo de una prisión a través de objetos cotidia- nos pertenecientes al ámbito de la supervivencia carcelaria -tabaco, un espejo, un afilado cuchillo- remodelados en insinuaciones esculturales que se pasan por entre las prótesis de resina, significando cuerpos construidos en partes y nunca en sus totalidades, estructuras tempora- les de supervivencia y necesidad.
A través del mecanismo brutal de las celdas de prisión, bajo ningún parámetro un experimento de resocialización, lo social no queda des- truido completamente, pero sí adaptado a una nueva realidad. El cociente evolucionario de la especie juega aquí un papel fundamental, violando el cuerpo institucional de metal y hormigón, y reformando su arquitectura de control dentro de un espacio público nuevo y enriqueci- do, bajo sus propias reglas e inscrito fuera de los límites de la ley. Este nuevo cuerpo protésico es una entidad autónoma y libre de restricción.
Poniendo de manifiesto una división clara entre el arte y la realidad coti- diana, la pieza audiovisual ‘La liberté est relative’ (2015) hace un acer- camiento a la libertad bajo la apariencia de las falsas libertades civiles asociadas a las prácticas artísticas, examinando la naturaleza de lo contemporáneo, limitado por una institucionalidad que censura y pone a la venta, donde es tremendamente complicado para el arte dirigirse cualquier mensaje a sí mismo sin limitaciones. La espada de Damo- cles, de la historia de Cicerón, hace alusión al riesgo que enfrentan aquellos en una posición de poder, y que cuelga sobre la cabeza del artista como un recordatorio de la libertad y el poder que Quintero obtuvo tras su salida de prisión, y que ahora es cuestionado constante- mente por el artista.
Acercando posiciones entre su experiencia pasada y su práctica actual, el significado de la libertad está articulado como una carencia fundamental en la sociedad moderna, extrapolando los pasillos de la carcel al mundo exterior.
Del mismo modo, en la escultura ‘Bulova’ (2015), nombre que se da a los grilletes en el argot carcelario, las botas atrapadas en los grilletes están pintadas en oro, refiriéndose al valor monetario del encarcela- miento masivo actual, en el que las cárceles están dirigidas con fines de lucro por empresas privadas poco interesadas en la resocialización y reinserción de los reclusos, pero cuyo beneficio se basa en la perpe- tua encarcelación de población jóven en riesgo, conviertiendo sus cuerpos en propiedad privada. Este modelo global con ánimo de lucro ha extendido el dominio tecnológico del cuerpo a un negocio multimi- llonario, y la encarcelación a una corporación por fuera del control del Estado. Con la autoridad del Estado desempoderado y millones viviendo bajo la globalización de la deuda y la desigualdad económica, las perspectivas de libertad para aquellos cuerpos anónimos de labor forzada tras los barrotes, el encarcelamiento se ha convertido en un asunto político de primer orden junto a la inmigración.
«Reforma» es más que un diario de prisión o un estudio antropológico. Examinando las condiciones que subyacen en el sistema carcelario hoy, Quintero ofrece una crítica mordaz de las instituciones modernas de la sociedad, y cómo sus mecanismos de control, entrelazados con la financialización de la democracia, degeneran en la condición biopolí- tica. Este bio poder, practicado por los estados modernos y las corpo- raciones, para subyugar los cuerpos políticos a través de entornos regulados, desnuda no sólo a los presos de un mundo objetivo, sino a todos aquellos -artistas incluidos, cuyos espacios vitales se han con- vertido en propiedad privada. El artista, sin embargo, deja un espacio abierto para la reforma: entre la incredulidad y la inestabilidad de estar en el mundo presente, todavia quedan algunos espacios vitales para la comunicación humana, no obstante a menudo oblicuos, que aparecen de formas inesperadas y remodelan lo que significa ser humano en una única y milagrosa forma.
Sobre el artista
Jhafis Quintero (1973, Panama) es un artista interdisciplinar que trabaja en torno al video y la instalación, articulando principalmente un discur- so en torno a la experiencia radical de su estancia durante 10 años en una cárcel en Costa Rica, durante la que comenzó su relación con el arte. Quintero fue becado con una residencia artística en la prestigiosa Rijksakademie van Beeldende Kunsten, en Amsterdam (2010-2011), y vive y trabaja en Verona. Su obra ha sido mostrada en Argentina, Costa Rica, EEUU, Suiza, Panamá, Italia, Brasil, Francia y Holanda, entre 013 participó en la 55 edición de la Bienal de Venecia y su obra forma parte de colecciones internacionales, entre las que está la Colección Cisne- ros, la Colección DAROS, Borusan Contemporary; y colecciones públi- cas como la del MACBA y MUSAC en España, Museo Dragao do Mar, en Brasil, Museo de Arte y Diseño Contemporáneo, de Costa Rica, y el Museo del Barrio, de Nueva York.