Lo que siempre me fascinó de la fotografía era la posibilidad de atrapar el tiempo, capturar ese preciso instante en el que parece que la vida se congela y la guardamos en un trozo de papel -soy de la generación analógica- que acaba por deteriorarse con los años. Pura paradoja: un instante congelado que se deteriora con el paso del tiempo, el tiempo capturado y sometido a su propio avance.
Por eso, cuando descubrí al fotógrafo ruso Alexander Yakovlev me quedé enamorado de sus instantáneas sobre danza. En alguna de ellas usa harina para que se vea la trayectoria del movimiento, y es realmente espectacular.
Ahora seguro que te animas a probar algo parecido -y los selfies no cuentan-.
photos/ Alexander Yakovlev