Cómo mantener la dignidad en la playa

Sabes que el verano ha llegado oficialmente cuando Estrella Damm estrena su anuncio estival, en el que nunca falta gente guapa, botellín en mano, pasándoselo genial en enclaves paradisíacos… Como si el calor no fuese motivo suficiente para lanzarnos de cabeza a consumir ríos de cerveza.

Pero la playa no es ese lugar idílico que nos venden en los anuncios y en las películas. ¡Cuánto daño han hecho Saatchi&Saatchi y Hollywood a nuestras vidas! Que sí, que lo sabemos, que para que un spot o la toma de una película queden perfectos se necesita la iluminación adecuada, además de infinidad de repeticiones y retoques y efectos… ¿Entonces por qué nos empeñamos en querer imitar a Ursula Andress saliendo del agua aún a sabiendas de que es una utopía? Y es que mantener la dignidad en la playa no es que sea una tarea difícil, es que es prácticamente imposible.

Empecemos por el aspecto físico. No seré yo la que te descubra que eso del maquillaje waterproof es un cuento. ¿Quién en su sano juicio sale hoy en día a la calle con la cara lavada? ¿Quién se cree todos esos #nomakeupselfie que cuelgan las celebrities en Instagram? ¿Y qué me dices del pelo? ¿A quién se le forman unas bonitas ondas surferas con ayuda del agua del mar? Porque el único efecto playa que se produce en mi cabeza es el encrespamiento y el frizz, por lo que acabo pareciendo una oveja en lugar de una sirena de cabello ondulado. Por no hablar de que a plenísima luz del día y mostrando tanta piel se hace muy difícil disimular todas las imperfecciones: celulitis, estrías, lorzillas, culete caído… Mari, no eres Beyoncé, asúmelo (aunque seguro que hasta ella tiene inseguridades, yo qué sé, complejo de omóplato saliente o de nariz excesivamente simétrica).

En esos días en los que hace un sol de justicia es importante ponerse a cubierto, así que mantenerse debajo de una sombrilla es crucial. Querida, nada de coger colorcito este verano, que se lleva el rollo pálido como en las pelis esas de vampiros y hombres lobo adolescentes. Vale que no sea el tono de piel más favorecedor, pero te evitará un melanoma en el futuro, además de que no te pondrás roja como un guiri por el calor, ni sudarás tanto bajo el sol, ¡con el mal aspecto que da eso!

A no ser que seas una experta en natación sincronizada, olvídate de darte un chapuzón en el mar si nadas como una señora de esas que lleva la cabeza estirada fuera del agua porque acaba de ir a peinarse a la peluquería. Mari, a partir de ahora en lugar de esperar 2 horas para hacer la digestión, vas a esperar todo el verano. Y si quieres refrescarte bebes agua, así de paso ayudas a combatir la celulitis (que te la veo desde aquí).

Repite conmigo: “La ensaladilla rusa del chiringuito forma parte de la decoración, NO se come”. Mari, vale que una gastroenteritis siempre es bienvenida porque ayuda a bajar un par de kilitos. Pero tú no quieres pasar tu semana de vacaciones hecha un trapo vagando de la cama al sofá del apartamento con muebles de la posguerra que has alquilado en primera línea de playa por culpa de una indisposición que podías haber evitado perfectamente.

¿Conclusión? Estas vacaciones, yo que tú me decantaría por el turismo rural de interior. Así todos nos distribuimos mejor. Tú puedes pasar las tardes a la fresca con los lugareños y yo, ya si eso, me sacrifico y como vivo en la costa, pues ya me quedo aquí a ver las puestas de sol.

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