Mayfair, lujo y discreción en el corazón de Londres

Todas las grandes ciudades del mundo desprenden una personalidad propia que las convierte en iconos y, en muchos casos, en inspiración para el arte y la moda. Nueva York es la ciudad de los rascacielos, la que nunca duerme, Berlín cuenta con una historia que es pasado y futuro al mismo tiempo, y el estilo de París es prácticamente un modo de vida.

Si hay algo que caracteriza a la ciudad de Londres son los contrastes, cómo conviven sin prejuicios barrios totalmente diferentes entre sí, pero con algo en común, y es que son únicos. Londres no es una ciudad, Londres es un mundo.

Ese pequeño planeta marciano y cotidiano, rompedor y clásico, lejano y cercano que es Londres, también es la capital del Reino Unido. Y si hay un lugar en la ciudad que sea representativo de esa Gran Bretaña de bombines y trajes de sastre, de la hora del té y de la famosa flema británica, sin duda es el barrio de Mayfair.

En la versión británica del Monopoly, las propiedades más caras se encuentran en Mayfair. Y no es por casualidad. En un área perfectamente delimitada, escondida entre el bullicio de Regent Street y la tranquilidad de Hyde Park al este y al oeste, y entre Oxford Street y Picadilly al norte y al sur, en sus calles se encuentran más tiendas de lujo, hoteles de cinco estrellas y restaurantes de alto nivel por metro cuadrado que en ningún otro lugar de la ciudad.

Históricamente, Mayfair siempre ha sido la frontera entre la zona más exclusiva y aristocráticade Londres, y el centro comercial y cultural de la ciudad, y ha acabado convirtiéndose en un híbrido de los dos. Al norte de Oxford Street se encuentra Marylebone, más residencial y funcional. Al sur de Picadilly está Green Park, el parque que nos lleva a Buckingham Palace. Solo hay que cruzar Regent Street para perderse en las calles, tiendas y cientos de estímulos del Soho, que parece un auténtico caos en comparación con la quietud y el orden de Mayfair.

Hacia finales del siglo XVIII, Mayfair se desarrolló a partir de la construcción de viviendas para la clase alta y pequeños aristócratas. Tras el declive de la aristocracia británica a principios del siglo XX, muchas propiedades se reconvirtieron en comercios, oficinas o embajadas, pero  la zona sigue teniendo uno de los metros cuadrados más caros de Londres.

En los años 60, mientras que, justo al cruzar Regent Street, Carnaby Street se convertía en el epicentro del popular, alocado y revolucionario swinging London del que la modelo Twiggy fue su cara más reconocible, en Mayfair se inauguraban clubes exclusivos solo para miembros. Es el caso del Clermont Club, al que acudían personajes como el escritor de las novelas de James Bond Ian Fleming, amante de los juegos de casino, el actor Peter Sellers, gran amigo de la Princesa Margarita, o el pintor Lucian Freud, nieto del psicoanalista Sigmund Freud. El club era un casino para gente acaudalada, pero sobre todo era un punto de encuentro para una élite entre la que se encontraban marqueses, duques, ministros y varios lores que eran conocidos como el Clermont Set.

Muchos de estos clubes en los que se tomaban grandes decisiones y se hacían negocios millonarios han dejado de existir. Aun así, el áurea de exclusividad y distinción sigue presente en las calles de Mayfair, dispuesta a impregnar a todo aquel que se lo pueda permitir.

Esa esencia de Mayfair es bien visible en Bond Street, la calle que atraviesa el barrio de norte a sur prácticamente por la mitad. En pocos metros, los que recorren Old Bond y New Bond Street, se concentra un gran número de tiendas de artículos de lujo: Gucci, Chanel, Yves Saint Laurent, Hermès, Tiffany & Co, Louis Vuitton… you name it.

Es conocida también por la concentración de tiendas de antigüedades y la presencia de las casas de subastas Sotheby’s y Bonhams, así como galerías de arte, entre las que destaca la Fine Arts Society, y galerías comerciales como The Royal Arcade.

Además de Bond Street, en Mayfair también se encuentra la calle Savile Row, conocida mundialmente por sus sastrerías; la galería comercial Burlington Arcade; las tiendecitas de Shepherd Market, uno de los secretos mejor guardados de Londres; o la iglesia de St. Mark, convertida en el Mercato Mayfair. Por allí encontraremos auténticas instituciones británicas, como las joyerías Hancocks y Bentley & Skinner, o los especialistas en piel Aspinal of London, que cuentan con una colección de bolsos llamada The Mayfair.

En Mayfair también se mima al estómago, y por eso cuenta con algunos de los mejores restaurantes de la ciudad. Por ejemplo, el Hélène Darroze en el hotel The Connaught, con dos estrellas Michelin; el tradicional Corrigan’s Mayfair, del chef irlandés Richard Corrigan; o el HIDEde Picadilly, cocina británica actualizada con una estrella Michelin. El chef español Dabiz Muñoz eligió Mayfair para su proyecto StreetXO, aunque no llegó a cuajar entre el público británico y terminó cerrando.

Para tomar un respiro y olvidarse de todo por un momento, nada como escaparse a algunos de los parques de Mayfair: Berkeley Square, un remanso de paz; Mount Street Gardens, con sus cafeterías y terrazas; o Grosvenor Square, uno de los centros neurálgicos del barrio. Cerca de esa plaza se encuentra uno de los edificios más emblemáticos, y más rompedores, de Mayfair, la Cancillería, que durante décadas fue la Embajada de EE. UU. en Londres y que se está transformando en un espectacular hotel de lujo.

Lo mejor de Mayfair es perderse por sus calles y disfrutar de un lugar al que no suelen llegar los turistas. Este barrio es puro placer. Para la vista, para el paladar, y para dejarse llevar.

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