Mi pececito

Con el verano y el calor, han abierto la piscina de mi urbanización y a Mia le llama mucho la atención pero tengo miedo de que caiga al agua o que resbale, trauma de por vida y le coja miedo.
Desde bebé, a Mia siempre le ha gustado el agua. No esperaba menos teniendo una madre medio sirena. Pero el año pasado aún era muy pequeña y para ella este año ha sido la primera vez que ha sido consciente de la piscina (y en los próximos días de la playa)
De primeras le llamaba mucho la atención y quería entrar, aunque al estar el agua tan fría, ponía cara de pánico con la boca muy abierta diciendo «Oh oh oh oh» y pedía salir. Todos conocemos esa sensación que produce el agua fría cuando sobrepasa el ombligo… Le gusta el agua, pero fría no. Hasta aquí todo normal.
Cuando ya pasaron unos días y el agua empezó a templarse, lo complicado era sacarla…
Ya el año pasado teníamos intención de apuntarla a clases de natación pero entre una cosa y otra, al final no lo hicimos. Por eso, este año hemos empezado el proceso familiarizándonos primero con el agua y aprendiendo a movernos en ella.
Además sabíamos que acabaría cayéndose, y no tardó mucho en pasar. Se agachó en el borde para sentarse y cayó de cabeza. Tardé un nanosegundo en tirarme detrás de ella y sacarla, así que obviamente no pasó nada, ni siquiera se asustó (menos mal que llevaba puestos unos manguitos)
Entonces me surgió la duda: ¿cuál es el mejor sistema de flotación para bebés?
He investigado un poco y esto es lo que he encontrado.
Están los típicos manguitos que hemos tenido todos. Hinchables, de colores y formas llamativas. Problema, que además de que se pueden pinchar, en muchas ocasiones se les salen de los brazos. ¡Vaya!, ahora resulta que son un peligro. Además no son el mejor elemento para aprender a nadar ya que impide el movimiento natural del hombro.
El flotador de toda la vida lo descarté desde el minuto uno porque, además de que no te enseña a mantenerte a flote, tengo pánico a que se de la vuelta y que quede sumergida boca abajo. Seguro que a todos nos pasó alguna vez de niños. A mí me pasó en la playa y no era capaz de volver a flote. Vaya angustia que pasé…
Están los elementos de flotación tipo burbujas y cinturones, o el churro.
Son ideales para aprender a nadar pero el niño debe controlar ya un poco porque no permite posiciones laterales. Tienen que saber tener la cabeza alzada y no abrir la boca. Una vez que controlan eso, van que se las pelan con este tipo de sistema de flotación. Puedes ir regulando el número de elementos que necesita para flotar según va pasando el tiempo quitando piezas. Aún así se me quedaban grandes porque son recomendados a partir de 3-4 años.
Ahora están de moda unos bañadores de neopreno con flotador incorporado que se pueden usar a partir de los 6 meses, o los chalecos salvavidas esos monísimos que suelen rondar los 26€ y venden en muchas tiendas. Me decidí por uno de estos pero creo que me equivoqué. Justo el modelo que compré no tiene la correa que sujeta el chaleco por debajo entre las piernas. ¿Qué pasa? Que a Mia se le sube y parece un cangrejito escondiéndose en su caparazón. Tiene cero movilidad y además se tumba hacia delante y deja toda la cara sumergida. Vamos, un desastre. Lo encontré en Amazon.
Por suerte, llegó mi madre de visita el fin de semana y nos regaló uno que creo que es ideal. Es medio flotador, medio chaleco salvavidas, ¡medio todo!
Con este flotador anti-vuelco Mia puede estar sola en el agua (me refiero a que no tengo que tenerla en brazos ni agarrándole la cabeza para que no se ahogue) y mueve las piernas y los brazos para desplazarse por el agua. Lo único que le veo negativo es que fuera del agua su movilidad es nula. Además de que no se ve los pies y tengo miedo de que andando por el borde de la piscina, se caiga. Obviamente es un elemento para usar en el agua, así que con estar pendiente de ella cuando está fuera es suficiente.  Mi madre lo compró en Imaginarium, pero lo tenéis en Amazon también y más barato.
Elijáis el sistema que sea, lo más importante es que no deben dejarse solos jamás. JAMÁS! Ni un segundo. Es justo lo que necesitan para ahogarse. ¡Incluso en las piscinas pequeñas de plástico! Bastan 20 cm de agua para que un niño se ahogue.
Ahora a disfrutar del verano, la piscina y el sol (con protección). Ya os contaré qué tal en la playa cuando vayamos, que no veo el momento de irnos de vacaciones… ¿vosotros ya estáis de vacaciones? ¿Qué sistema de flotación habéis elegido?
Suscríbete!
Entérate de todas nuestras noticias