Han tardado en llegar pero al final han llegado. Rabietas sin sentido, noches sin dormir, una impotencia de verle sufrir y no poder hacer nada… ¡ya están aquí los dientes!
Desde que Mia era muy pequeña, cada vez que se metía las manos o cualquier cosa en la boca, cada vez que lloriqueaba algo más de la cuenta o babeaba un poco nos tocaba escuchar «eso van a ser los dientes«. Pues no, no eran los dientes. Llevarse cosas a la boca es algo normal, es su forma de descubrir el mundo. Lo que más a mano tienen al principio son eso precisamente ¡sus manos! La baba… hay un momento en su crecimiento en el que desarrollan las glándulas que segregan saliva y les cuesta gestionarlo, por eso se le caía tanto la baba… Por suerte solo fueron un par de meses y fue en verano porque no veas lo que soltaba esa niña por la boca ¡la Fontana di Trevi! Y llorar… es casi lo único que hace un bebé… así que no. Nadie acertó con eso.
Los primeros dientes (los incisivos inferiores) suelen salir sobre los 6 meses aunque esta no es una ciencia exacta porque hay bebés a los que le salen antes, bebés a los que le salen después e incluso algunos nacen ya con dientes para horror de sus padres también te digo. No me quiero imaginar cómo debe ser eso tan pequeño y ya con dientes..
Pues Mia ya había cumplido los 7 meses y medio cuando un día le vimos un par de líneas blancas en la encía inferior. Ahora sí que venían ahí los dientes. Y ahí venían las noches sin dormir, la falta de apetito, irritabilidad, el llanto de dolor que te parte el alma y no sabes qué hacer… No me quiero ni imaginar cómo es eso. Recuerdo con horror cuando tuve ortodoncia de pequeña y mensualmente me tocaba ir al dentista para «apretarme los tornillos» ¡qué dolor! Si has tenido aparatos, sabrás de lo que te estoy hablando. Se te quitan las ganas de hablar, de comer, e incluso de vivir… pero eres mayor, sabes de dónde viene ese dolor y puedes tomarte paracetamol o ibuprofen y sobre llevarlo. Pero cuando eres un bebé… de verdad, no me lo quiero ni imaginar…
Así que hemos metido en el congelador mordedores de agua y nos hemos armado de paciencia, porque no queda otra. Eso y hacer turnos para dormir durante el día. Es cierto que la teta le calma, por eso decidimos que mientras esté así, dormirá con nosotros ya que cuando se remueve, la «tetalgesia» le relaja y duerme. Y si, seguimos con lactancia materna, tema que trataré más adelante, que ya estoy escuchando a más de una diciendo «qué horror, ya con dientes y todo y tú sigues dándole la teta«.
La primera noche acabamos dándole paracetamol, pero como no somos muy partidarios de dar medicamentos así a lo loco, hemos estado investigando alternativas más naturales. Una compañera de trabajo me recomendó probar Chamodent, en formato pastillas, un producto homeopático que contiene belladonna, entre otros ingredientes, una planta con propiedades calmantes.
También en la cuenta de Baby Suit Pau, o Paula Camarós, una matrona maravillosa que sigo desde hace tiempo en Instagram y os recomiendo muy mucho, nos contaba que ella usaba GEL GINGIVAL (accesos dentales) Pranarōm, producto de un laboratorio francés, completamente natural, en formato aceite.
Nosotros al final nos hemos decidido por probar Chamodent comprimidos. En teoría debe deshacerlos en la boca pero la primera pastilla que le dimos a Mia creemos que se la tragó del tirón. Al día siguiente probamos a disolverla en una cucharada de agua y se la tomó genial, frotándole las encías con la yema del dedo llena de los restillos que quedaban en la cuchara. Y también hemos probado a machacar la pastilla con los dedos e introducirla en la boca. De momento hemos notado que está más relajada y se queja menos de la boca, así que ya os iré contando. Pero lo preferimos a darle Paracetamol o Ibuprofeno.
¿Conocéis algún otro remedio que les alivie el dolor?
ACTUALIZACIÓN
Tras escribir este post y caer en manos de mi primo Álvaro, que es químico, me comentó una serie de cosas sobre esos productos naturales de los que os hablo que me gustaría compartir con vosotros. En primer lugar aclarar que el Chamodent es un producto homeopático. Esto para un químico, por lo general, ya es mal, básicamente porque el principio de la homeopatía es diluir los componentes activos varias veces hasta a veces administrar una solución tan diluida que a penas contiene partículas de los elementos principales que lo componen. En el caso del Chamodent, la belladonna tiene el indicativo D6 15mg, lo que significa que el extracto de la planta ha sido diluida en una proporción 1:10 sucesivamente en 6 ocasiones y cada comprimido contiene 15 mg de extracto diluído. Esto quiere decir que en la composición final, la cantidad de extracto de belladona es un 0.0001% de la original. Con diluciones más grandes presentes en otros productos homeopáticos como 24D hay solo un 60% de probabilidades de que haya 1 sola molécula en la muestra y con 26D está garantizado que ni una. Vamos, que eso y ver belladonna de lejos hace casi el mismo efecto según él (en tono de humor, claro). En esta ocasión, al estar solo diluido 6 veces, sí lleva una cierta cantidad de extracto de belladona que se puede medir y que puede ser la responsable, junto con los otros componentes de que Mía ahora se sienta mejor.
Que cada cual haga lo que prefiera, yo solo os dejo aquí la info que me ha parecido curiosa como mínimo…