El baño de mi sirenita

Recuero el primer baño de Mia. Bueno, el primero no, el segundo. Porque el primero fue en el lavabo de la habitación del hospital y en brazos de una enfermera muy maja que nos enseñó cómo hacerlo dándonos algunas nociones básicas, aunque nos tenía de los nervios al ver cómo manejaba a la bebé mientras en nuestras cabezas nos repetíamos una y otra vez: «es una profesional, sabe lo que hace… pero como se pase la reviento«. No, esa vez no. Yo me refiero al primer baño que le dimos Antonio y yo solos en la intimidad de nuestro hogar. Calentamos la habitación, preparamos la bañera con el agua calentita y pusimos música rejalante, la misma que «escuchaba» Mia desde la tripa cuando estaba embarazada. El jabón cubrió la bañera con una fina espuma e hizo que toda la habitación oliese muy bien. En medio de este climax, dos padres con cara de tontos se pasaron un buen rato mirando como su recién estrenada hija se arrugaba cual pasa en el agua.
Cuando Mia era tan pequeñita, la manejábamos con mucho cuidado porque parecía que se iba a romper, que le íbamos a hacer daño con apenas mirarla. Pero los bebés son más duros de lo que parecen y además ella nos lo puso muy fácil porque nos demostró desde el primer momento que le gustaba. Y es algo natural ya que había pasado más de 9 meses en un medio líquido, por lo que sumergida en el agua templada del baño se encontraba muy feliz.

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El baño se ha convertido en uno de los momentos que más disfrutamos del día. Aunque cuando son tan bebés no es necesario bañarlos todos los días, lo hemos tomado como rutina que además indica que se acerca el momento de dormir ya para toda la noche.
Es un ritual que solemos hacer en pareja porque lo disfrutamos mucho, y más ahora que Mia es más activa e interactúa mucho con nosotros jugando y riendo. Sin embargo también hemos probado alguna vez a bañarla solos porque así te das cuenta de cómo necesitas tenerlo todo preparado antes de empezar. Yo os cuento mi experiencia cuando la baño sola, que es la versión complicada, en la que si se te olvida algo fuera del baño y ya tienes a la niña desnuda, te toca abrigarla de nuevo para salir con ella, ya que no la puedes dejar sola ni tienes a nadie a quien gritar pidiéndole ayuda. Si Mia no está muy desesperada la dejo en la hamaca y así dispongo de las dos manos para prepararlo todo. Pero en muchas ocasiones, como el baño se lo suelo dar sobre las 8 o 9 de la noche, ya está un poco intranquila y cansada de todo el día, así que me toca preparar el baño con ella en brazos y una sola mano disponible. Es uno de los «superpoderes» que adquirimos los papis con el tiempo.

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¿Qué utilizo?
En primer lugar, el cambiador donde tumbar a Mia para quitarle la ropa y el pañal, que en ocasiones está sucio, por lo que también necesito tener toallitas y pañales limpios para después del baño.
Una bañerita en alto que hemos colocado sobre el bidé de su cuarto de baño y hemos adaptado al grifo una alcachofa de ducha para llenarla. Es algo muy sencillo que podemos dejar instalado siempre y hace muy fácil llenar la bañera. Y como el agujero de desagüe está justo encima del bidé, también es sencillo vaciarla.
Sobre la bañera tenemos unas cajitas de madera a modo de estanterías donde está todo lo necesario para el baño: gel, champú, esponja natural, aceite y crema corporal, bastoncillos especial de bebés (que no dejan que entren mucho en el oído), colonia y peine. ¡Ah! y el termómetro. Que al principio es difícil conseguir la temperatura óptima del agua a ojo. ¿Y cuál es la temperatura ideal? Pues debe ser similar a la temperatura corporal del bebé, entre los 35º y los 37º grados.
Y en la estructura que sujeta la bañera solemos colgar la toalla, para tenerla a mano.
Al principio hacía mucho frío y teníamos un calefactor que calentaba la habitación rápidamente. Ahora no es necesario ya que suele estar a una temperatura idónea, que según los profesionales oscila entre los 23º y 25º grados. Es importante cerrar puertas y ventanas para evitar corrientes y tener una iluminación tenue para ver bien pero a la vez crear un buen ambiente que se completa con un poco de música relajante.

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Después de pasarle la esponja jabonosa por todo el cuerpo, un masajito con un poco de champú en el pelo y jugar un rato con el agua, la levanto para enjuagarle con la misma esponja dejándole caer el agua por el cuerpo. Una vez que no queda nada de espuma, con la toalla puesta sobre mi pecho, la saco de la bañera y me la pego al cuerpo para envolverla completamente. La tumbo de nuevo en el cambiador y con mucho cuidado y a toquecitos le seco todo el cuerpo, prestando especial atención a la zona de las axilas, detrás de las orejas, entre los dedos y los pliegues de cuello, muslos y culito.

Después con aceite corporal o crema hidratante para bebés, le doy un masaje por todo el cuerpo espaciéndolo bien. Hay muchas formas de dar el masaje y muchos tutoriales en internet pero si os soy sincera, yo me dejo llevar acariciándole suavemente por todo el cuerpo hasta que absorbe el producto, mientras nos miramos y charlamos diciéndonos cosas sin sentido.

Y ya solo nos queda poner el pañal, el pijamita y echar un poco de colonia en su pelito y ropa para acabar el día comiéndomela a besos. A veces la peinamos y otras veces no, porque nos hace tanta gracia dejarla con los pelos revueltos…

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Después de casi 4 meses bañándola a diario, he aprendido una serie de cosas que quizá os sirvan:

  • Hay que tener todo lo que vas a necesitar a mano… muy a mano. Parece una tontería pero siempre, y cuando digo siempre es SIEMPRE hay algo que se te olvida y quizá los primeros días con el bebé estés segura de que no se va a mover y que lo puedes dejar un segundo sobre el cambiador para ir a coger un pañal o el bote de crema, pero al bebé no se le puede dejar solo ni un segundo y según pasan los meses, ese bebé deja de ser un tiesto y pasa a ser una bolita que no para de moverse, de impulsarse con los pies y con los brazos, y que a la mínima, en un nano segundo, pasa de estar en el cambiador a estar volando hacia el suelo. Por lo que es muy importante que antes de empezar el baño, lo tengas todo a mano. ¿Y qué es todo? Bueno, no son muchas cosas y con la rutina acabarás acordándote de todo. En mi caso, el cambiador con pañales y toallitas, un pijamita, la toalla, crema o aceite corporal, bastoncillos, colonia y peine. Y en la bañera pues agua (obviamente), el termómetro y la esponja. Los jabones los tengo colocados en una repisa sobre la bañera y son con pulsador (os lo recomiendo), lo que hace que sea muy sencillo echarse la porción de jabón que necesitas en la esponja con una sola mano.
  • La manera de sujetar al bebé depende mucho de cada uno y de lo cómodo que se encuentre de una manera u otra. Cuando Mia era recién nacida, podía agarrarla con una sola mano casi por completo, la apoyaba en mi antebrazo y con la otra mano le pasaba la esponja suavemente. Cuando fue un poco más mayor la cogía pasando mi brazo por su espalda con la mano sujetándola por debajo de la axila. Ahora utilizamos una hamaquita de baño que es muy práctica porque se queda medio sentada y  nos deja las dos manos libres.
  • No utilizar un jabón que haga demasiada espuma, ya que luego para enjuagarla es un show… Además deben de ser un gel de baño y champú especial para bebés y no utilizar mucha cantidad.
  • La bañera debe estar a una buena altura para ti, porque sino acabas con horribles dolores de espalda… Ese retoño que al principio es un peso pluma, va creciendo y entre el tiempo que lo tienes en brazos o dándole el pecho y lo que pesa, la espalda acaba resintiéndose, por lo que es importante cuidar la postura durante el baño para evitar daños.
  • La cabeza es lo último que debe mojarse para que no pierda calor. 
  • Hay que repasar bien las axilas y el pliegue del cuello, porque se les forma una masilla blanca que huele fatal y solo con el agua no se quita. Y a veces, a pesar de haberle pasado la esponja bien, a la hora de secarla me vuelvo a encontrar roñilla de esa y la tengo que retirar con la toalla. También se le quedan pelusillas entre los dedos.
  • El secado es muy importante hacerlo bien a roquecitos con la toalla y secando cada rincón de su cuerpecito, sobre todo los pliegues.
  • El masaje con aceite o crema es un buen momento para repasarle cada milímetro de su piel en busca de cambios, manchas, ronchas o lo que sea.

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Y disfruta, disfruta mucho de estos momentos porque pasan volando. Desconecta durante unos minutos de todo, escucha el agua correr, huele el increíble olor del jabón, juega con tu bebé en el agua e interactúa con él porque es uno de los momentos en los que más relajados podéis estar los dos.

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