Kanye West es el monstruo de las tres cabezas. La inquietud creativa del artista se reparte en cada una de ellas por temáticas: música, producción y moda. Los logros en las dos primeras son más que evidentes –solo hay que echarle un ojo a la listas de premios que avalan su trayectoria- pero si algo se le escapa de las manos es el mundo de la moda. Los intentos por formar parte del negocio empiezan a acumularse como si se tratase de la lista de la compra. West regenera dos cabezas por cada una que se le amputa, da igual las veces que le hayan llovido las críticas y los «¡Quė le corten la cabeza!”… el cantante lo sigue intentando.
El origen de toda esta historia se remonta al año 2008 cuando en los pasillos de todas las grandes marcas empezó a correr el rumor de que Kanye estaba tanteando ser becario en una firma. El último capricho del rapero fue cumplido por la casa Fendi, la cual le acogió como aprendiz –¿Quién nos iba a decir que aun en 2015 seguiría emperrado con esto?- mientras que Karl Lagerfeld hacia las veces de consejero. Algo muy habitual cuando eres principiante y decides formar parte del fashion business.
La bola empezó a crecer y lo que comenzó siendo una anécdota se convirtió en una realidad: Mama, Kanye quería –y quiere- ser diseñador. Al poco tiempo lanzaba una colección de ropa, unas zapatillas diseñadas para Nike y una línea de calzado deportivo junto a Louis Vuitton. El monstruo ya había sido creado y estaba más atiborrado de ego que un pavo relleno.
El cantante decidió poner la guinda al pastel -tras invertir mucha energía, tiempo y dinero- y con su primera aparición en la semana de la moda de París en el año 2011 asistíamos al nacimiento DW by Kanye West. La colección ocasionó un sin fin de comentarios negativos por parte de la crítica especializada. La propuesta era coherente y estaba bien presentada, pero los fallos que tuvo no se pasaron por alto y lo pagó con creces.
Tres años han hecho falta para que West vuelva a intentarlo como diseñador. Adidas es la encargada de hacer que vuelva a asomar la cabecita y para ello ha tenido que desembolsar 10 millones de euros en un mutuo acuerdo. ¿El resultado? La colección Yezzy Season 1 -por el nombre parece que se avecinan más capítulos- que presentó hace pocos días en la semana de la moda de Nueva York.
Esta vez jugaba en las grandes ligas y la expectación -después de todos los anteriores intentos- era muy alta. El simple hecho de que el rapero siga intentado romper el techo de cristal que le separa del mundo de la moda era noticia. El evento contó con la asistencia de todos sus amigos: desde Jay Z, Beyoncé o Rihanna a la reina de reinas en el mundo de la moda, Anna Wintour. El acontecimiento también sirvió de excusa para presentar en exclusiva «Wolves, una de las canciones que formará parte de su nuevo disco, en la que cuenta con la colaboración de Sia y Vic Mensa. La repercusión mediática estaba asegurada pero lo que nadie se atrevía a vaticinar era si para bien o para mal.
La predisposición que había a lo que estaba por llegar era negativa desde el minuto 0, es muy tentador picar al cantante con un tema tan polémico sabiendo lo fácil que es tirarle de la lengua… pero esta vez no lo consiguieron. En una entrevista con Style.com zanjó el tema con un: «No leo las criticas porque son cumplidos ambiguos y se centran en lo que no es importante», a lo que añadía anteriormente: «No quiero molestar a los diseñadores llamándome diseñador».
Los recursos de Kanye West parecen los ingredientes ideales para conseguir el éxito pero a pesar de ello no son suficientes. Quizás el problema se encuentre en la base y se trate de una verdadera falta de talento o el simple hecho de que todo el mundo confabula en su contra porque se trata de Kanye West, el cantante que ahora quiere ser diseñador. A pesar del tsunami de criticas muchas de las prendas se agotaron en los primeros minutos de venta. ¿Será esta vez la definitiva?